El proceso de pulido puede realizarse de varias maneras en función del acabado a presentar.

Una de las opciones para pulir los cantos es utilizar una  pulidora mecánica que trabaje entorno a las 1500 rpm y separando cuando sea preciso la máquina del metacrilato para evitar que este se deforme por la temperatura que se genere por fricción. La experiencia es necesaria en este tipo de operaciones ya que para obtener un pulido óptimo hay que combinar velocidad de rotación y presión sobre el material.

Así mismo, ya desde una perspectiva industrial, se pueden pulir los cantos mediante chorro de aire a alta temperatura o mediante llama. Estas dos opciones, son aconsejables si se deben pulir piezas de metacrilato con formas circulares, redondeadas o con espacios taladrados en la misma. Ambas opciones de pulido requieren de la intervención de un operador en todo momento, ya que será él quien de forma manual deba aplicar el calor o el aire en la pieza. Este proceso de pulido requiere tanto de una inversión económica para adquirir la máquina de pulido con aire o con flama y, además, la inversión en mano de obra.

Finalmente y como opción recomendada, existen las pulidoras automáticas con herramientas de diamante que consiguen resultados de alta calidad con una simple pasada: estas herramientas pueden pulir tanto cantos rectos como cantos en ángulo (biselado). Estas pulidoras brindan la posibilidad de pulir los cantos de cualquier material compacto no ferroso, como por ejemplo el policarbonato, acrílico, PETG, PMMA. PC, PS u otros plásticos técnicos, incluso el aluminio.

Como resultado, se obtienen artículos con las ventajas del pulido y abrillantado, cantos pulidos que aportan alta calidad óptica en juntas y más transparencia, claridad y brillo en el conjunto del producto. Eso se traduce en una pieza más elegante y sofisticada a la vista.